En mi época escolar fui todo un deportista.
Entre primero y cuarto medio fui seleccionado de mi colegio en basketball, volleyball y atletismo, donde las hacÃa de lanzador de bala y jabalina en campeonatos comunales. Pero también participé corriendo postas de 4×4 (4 corredores, 400 metros cada uno), y fue en esta disciplina donde vivà mi mayor éxito deportivo. Pero esa es otra historia.
No fui un deportista destacado, tampoco fue mi intención. Simplemente me gustaba el deporte y como a diferencia de mi viejo nunca fui bueno para la pelota, me dediqué a incursionar en otros deportes. Sin mucho éxito por lo demás.
Una vez egresado del colegio, nunca mas volvà a hacer deporte regularmente. Exceptuando la pichanga mes por medio, alguna semana que intenté ir al gimnasio o alguna pedaleada sin rumbo, no he hecho ningún deporte. Me he dedicado a comer asados, fumar por 15 años (vicio que afortunadamente ya dejé), beber cerveza y tener un trabajo sedentario.
Y bueno, gracias a dietas varias, de esas serias y no tan serias, he regulado el peso y “solo” tengo unos 10 o 12 kilos de sobrepeso. En lo personal no lo considero un problema salvo en lo estético, pero al comentario chistoso de “tai sanito eh???” no hay mejor respuesta que un “la buena vida y la poca vergüenza pos wón”.
Y nada mas cierto: poca vergüenza.
Lo que realmente me preocupa es mi estado fÃsico (distinto de apariencia fÃsica, porque gordito me veo mas lindo ^^’ ).
Cuanto te despiertas por la mañana y te duele todo el cuerpo: brazos, piernas, tobillos, cuello, etc. y sin motivo aparente. Cuando de vuelta del supermercado solo quieres acostarte y dormir una siestecita porque te duelen los pies. O cuando juego con mis hijas y a los 5 minutos tengo que tomar aire y respirar despacio para que no se me arranque el corazón por la boca.
Si bien no alcanzo ribetes patéticos (como muchos de los leen estas lÃneas), estoy seguro que si sigo asà lo haré en el corto plazo.
Completamente decidido, hoy me levanté a las 6:20 am. Visto mi recién adquirida indumentaria deportiva (como no hago deporte ni hablar de zapatillas, buzos u otras ropas ad-hoc) y a las 6:28 am estoy saliendo de casa con el claro propósito de quemar las calorÃas que golosamente me habÃa echado encima el dÃa anterior.
Troté a buen ritmo hasta la plaza a cuadra y media de mi domicilio, lugar donde me reunà con un cómplice que no tardó en demostrar su aventajado estado fÃsico. Trotamos algo de 500 o 700 metros y mi corazón zapateaba intentando salirse del pecho y mis piernas gritaban clemencia.
Pero yo, hombre duro que soy, seguà como un soldado que va al cuerpo a cuerpo con el enemigo. Completamente aguerrido, seguà sin aflojar ni un músculo. Un dos, un dos, un dos.
Y la verdad no iba tan mal, estoy exagerando un poco. Creo que lo hubiese logrado si no fuera porque a mitad del camino de ida siento un pequeño tirón en la pantorrilla izquierda, lo que después se transformó en un dolor tan intenso que me impidió seguir el paso.
“- Tirón” le dije a mi secuaz. “- La chiva” me respondió.
Seguà entre caminatas y trotes suaves. Intenté algo de elongación que me ayudo a calentar el músculo y seguir trotando a paso más que moderado.
“¿No será psicológico?” arremetÃa mi acompañante.
“Se me está hinchando”, le respondo intentando demostrar la veracidad de los hechos.
“Tal vez te mordió una vÃbora”, dijo a esas alturas el enemigo acérrimo de mi dignidad.
Preferà no responder.
Y ahora estoy lesionado, camino y duele como el diablo.
Pero mi dignidad sigue intacta!
Bueno, eso me gusta creer…