Este ultimo verano lo recordaré por siempre. Fueron meses muy intensos, llenos de cambios, desilusiones y nuevos desafíos. Da lo mismo las razones que me llevaron a, el tema es que tuve la oportunidad de pasar 4 meses trabajando en casa.
Entre diciembre del año pasado y marzo de este ocupé mi agradable home office donde puedo pasar todo el día tranquilo, en reflexivo silencio, trabajando, escuchando música y hablando por teléfono sin temor a interrupciones.
Eran días tranquilos, altamente productivos y donde pude disfrutar de comida casera, buen café y de ver a mis cabras chicas el triple de lo habitual.
Sin embargo, a mediados de Febrero nuestra nana tuvo un accidente que la incapacitó durante mes y medio, por lo que me hice cargo de las niñas y de la casa en modalidad full time, y entre medio, durante las noches y las siestas, avanzar con las consultorías que por entonces desarrollaba.
No puedo decir que fue fácil, porque fue sumamente difícil!!.
Las 2 primeras semanas las asumí como vacaciones (salvo por las noches) hasta que llegó marzo con el colegio y mis 2 hijas mayores, con clases de 8am a 4pm.
Fue una etapa muy difícil laboralmente. Pero Julieta, mi hija menor que en aquél entonces aún no cumplía los 2 años, fue mi compañera y me dio lecciones que creo confirman decisiones que he tomado tímidamente, y me enseño el camino.
Comenzábamos el día a las 6:30, preparaba desayunos, levantaba a las niñas y a Pamela y las mandaba a sus respectivas actividades, quedándonos Julieta y yo con un radiante sol de finales del verano por delante.
Desayunamos juntos, hacíamos aseo y camas, barríamos, alimentábamos a las mascotas mientras manteníamos interesantes conversaciones respecto de todo y de todos. A las 10am montamos la bicicleta y partíamos al jardín. Ella lloraba en cuanto me perdía de vista, pero me daba unas 3 o 4 horas para laborar y volver por ella a las 2pm.
Por las tardes nos sentábamos en el jardín a comer naranjas y nueces mientras esperamos a sus hermanas. Eso es lo que mas extraño.
Ella también lo extraña. Hace unos días, un sábado, me encontró en la cocina sosteniendo una naranja en la mano. Me miró un par de segundo y luego me cogió de la mano libre y me invitó al patio, donde caía un aguacero y era imposible.
La tomé en brazos y me permití una lagrima y muchos besos.
Mientras escribo estas lineas, ella me espera paciente para que la ayude a buscar unos juguetes entre su desorden. Todas mis hijas me han enseñado grandes lecciones. La chica, la última, me enseñó lo que mas me gusta de la vida.
Que hermosa reflexión, más aún cuando recuerdo qué me has enseñado tu. Te amo mucho, y a tus hijas inmensamente también, en especial por lo que son para ti.
muchas gracias =)